23.4.11

Crónicas que se gestan-En la recta final-


   "¡¡Vas a explotar!!" creo son las dos palabras más registradas por mis oídos en las últimas semanas...y yo, que me siento un huevo de pascua, de los más caros obvio, suelo poner mi mejor cara de nada y repetir "sí sí en cualquier momento bumm"...
   El sábado pasado me pasó algo nuevo. En la K (línea de trolebus para quien no es de la city rosarina) una amable mujer me cedió el primer asiento. Mezcla rara de sentimientos la que envolvió mi ser. Por un lado deseos efervescentes de gritarle que no estoy disminuida o minusvalida, sólo un poco redonda...y por el otro comprendí la prevención, el cuidado de ese ser indefenso que sigue sin quedarse quiero un instante...
   Y falta tan poco...podríamos decir que es cuestión de ganas, de sus ganas por salir, porque este adentro ha cumplido su función. Y bastante bien afirmo ya que según la última ecografía su fémur no pudo ser medido por la ultra moderna máquina...ja, chupate esta mandarina!
   Ya mis compañeros de trabajo me miran y se alejan por temor a...a no sé bien qué pero no me quieren ver más (para mí que no me aguantan y no quieren decirmelo porque saben que estoy más susceptible que de costumbre). Y si voy a las oficinas del primer piso, se escuchan algunos gritos alarmantes "¿qué hacés subiendo las escaleras?"...les falta el "loca de mierda" y listo.
   La familia está tranquila. Creo que me conocen tanto que por eso no dicen nada. Sólo un poco de ansiedad, al estilo de mandar mensaje de texto del tipo: "quiero que nazca mi sobrino loco", o "¿tenés contracciones?"...y yo los entiendo porque estoy igual de impaciente...
   Y mi novio/marido/compañero/padredelniño/ganadordelcieloporlapacienciaquemetiene creo que esconde un pánico que no se atreve a compartir...dejó de fumar así que sus meditaciones diarias imagino se dividirán en oraciones para no volver a caer en el vicio y evitar enloquecer cuando llegue el momento clave...
   He adoptado costumbres cuasi-maníacas. Toda vez que voy al baño, que son tantas que un rollo de papel higiénico dura exactamente 24 horas, me miro la panza al espejo. De frente y de perfil. Y como ello no basta, hasta he llegado a quitar el espejo de su lugar para llevarlo conmigo a la cama y lograr así la mirada que los otros tienen de esta circunferencia.
   Pero también suelo descubrirme contemplando los movimientos con una enajenación tal que si me hablan no respondo. Si mi hijo no nace con mal de ojo pasa raspando....
   Y bueno...han sido 38 semanas...nueve meses...266 días de cambios constantes...y la cuenta regresiva se hace lenta mientras que el amor, más y más grande...
 

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