8.12.09

¿Hasta dónde, hasta cuando?..

¿Todo es publicable? ¿Hasta dónde debe llegar un periodista, un canal de noticias, cámaras intentando captar momentos ciertos y tantos construidos, micrófonos ávidos de primicias que no se apagan, que dicen y desdicen?


Hoy se “resolvió” la intriga de la desaparición de una familia. Hoy se encontró el auto volcado a metros de una ruta tan peligrosa como las imágenes que durante 24 días se mostraron, como las hipótesis barajadas cuando la impericia y la negligencia inmiscuyen sus maliciosas narices.

Los hechos de comunicar y de informar son un derecho universal, es cierto. Pero no menos cierto es el deber ético de relatar verdades y no construir noticias basadas en presuntas suposiciones.

Semanas atrás se planteaba que la pista a seguir en la investigación que tuvo a la familia Pomar como protagonista era la posible violencia de uno de sus integrantes. Se allanó la casa de quienes estaban siendo buscados. En los medios se escuchaba la búsqueda de un arma que nunca apareció.

Un nombre se manchó, un nombre comenzó a ser repetido, y a ese mismo nombre se le adjudicaron acciones de las que no pudo defenderse. No tuvo su derecho a réplica, ni lo tendrá.

La autocrítica es un ejercicio oportuno en tiempos que exigen inmediatas respuestas. La institución policial es ahora quien está en la mira, por la desidia en el rastrillaje, por haber descartado tan rápido la hipótesis de un accidente, por utilizar recursos humanos y económicos de manera ineficiente. Los medios de comunicación también deberán dejar a un lado el ego que los caracteriza para dar lugar a un análisis profundo del por qué, del para qué y del cómo construyen sus noticias. La sociedad toda necesita aprender el “mea culpa” como intento para una auto-superación.